Hasta
la realización de este ejercicio he estado perdida. Por casualidad me acordé de
un pequeño cuento que tenía en una libretilla en la que anoto versos y
micro-relatos. Qué mejor forma de trabajar la ilustración que plantearme un
proyecto.
Y
esta vez no intentaría imitar estilos de ilustradores, sino algo propio, con
esa estética redondita y blandita de la que no consigo desprenderme.
En
esta técnica realicé la mayoría de las ilustraciones. Sinceramente es la que
más me ha gustado porque es la que más se asemeja al dibujo.
Para
realizarla lo primero como en los casos anteriores es desengrasar la plancha.
Después
se pone en la chofereta y se espera a que se caliente la plancha. Entonces
pasamos la bola de barniz por la superficie y extendemos con la ayuda de un
rodillo.
La
película de barniz debe ser uniforme. Del grosor va a depender el tiempo que
tenga que estar mordiendo
Una
vez enfría queda mordiente, esto quiere decir que no solidifica que se queda
con una textura pegajosa por lo que cualquier cosa que roce la superficie se
marca.
Para
pasar el dibujo se utiliza papel parafinado.
En
mi caso utilicé para dibujar sobre el papel, barra de grafito, lápices de
diferentes durezas y grosores de mina y un portaminas para las líneas más
finas.
Y
como todo, la primera vez que se hace algo siempre sale con fallos. La primera de las ilustraciones que no
corresponde con la primera de la historia tiene los trazos más gruesos y
vastos.
Conforme
fui realizando las siguientes fui controlando mejor los tiempos y la presión
con la que debía dibujar.


Otro
ejercicio era aplicar aguatinta al azúcar al barniz blando. Para ello se
prepara una mezcla de azúcar tinta china y agua con textura de miel. Se aplica
de forma irregular por la matriz y se deja secar. Una vez seco se añade barniz
y se espera a que seque. Bajo el agua eliminamos el azúcar e introducimos la
plancha en el mordiente.
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